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jueves, enero 30, 2020

Entre el ruido y la furia.



La tragedia no empezó ayer. Lleva siglos gestándose. Como realidad en nuestro entorno reconquistado hace siglos para los de siempre, y como bucólicos  cuentos de ovejitas de la mesta y nobles y sufridos labradores en nuestras escuelas. Lo hace desde la máxima feudal de que la tierra no puede ser nunca del que la trabaja. Y esos pesos de la tradición y de la fatalidad se posaron en nuestros cogotes hasta hacernos agachar la cabeza.


Ya intentó una vez el campo extremeño (es decir, sus jornaleros, yunteros y pequeños propietarios)  levantarse contra la injusticia de los latifundios y los señoritos. Fue el 25 de marzo de 1936 y todos sabemos cómo acabó el cuento: cunetas para los muertos y hambre, miseria y emigración para los vivos.


Ahora vuelve otra vez la lucha. Las patronales agrarias, autodenominadas sindicatos (porque el lenguaje nunca es inocente y siempre se trata de confundir y enmascarar) llevan negándose a aplicar la subida del salario mínimo a los jornaleros más de un año. Capitanea este atentado terrorista al pueblo extremeño la patronal ASAJA, la asociación más próxima al fascismo de Vox, consiguiendo hegemonizar la lucha campesina a base de culpar a los de abajo.


 Hay dos cosas evidentes: con esclavos como los que les gustaría al lobby de los señoritos y terratenientes los costes de producción serían más baratos. La segunda es que incluso así  seguirían estos costes siendo inasumibles para la gran mayoría de los agricultores reales. Y aquí es donde sería necesario recuperar el vínculo.


El día que consigamos hacerles ver a los pequeños agricultores que sus compañeros no son los magnates y grandes propietarios,  sino los jornaleros con los que trabajan codo con codo, habremos ganado mucho.

El día que estos pequeños propietarios abran los ojos y descubran que no son empresarios y emprendedores (otra vez la falacia del lenguaje) sino que, en la práctica, son trabajadores precarios, falsos autónomos que trabajan para las grandes cadenas de distribución y venta de alimentos, que son las que realmente les aprietan y les explotan pagándoles precios de hambre por sus productos, empezaremos a vislumbrar una solución. 

Hay que conseguir separar el grano de la paja y expulsar a los terratenientes de las manifestaciones como la que acabó en carga policial en Don Benito. Los pequeños agricultores tienen que tenerlo claro: esos grandes, con sus cortijos aquí y sus mansiones allá son el enemigo. A los "agrarios" de Vox no les importa una mierda el campo ni les interesa una ley de precios (por la que IU lleva clamando en el desierto desde hace décadas). Lo que les interesa es que los pequeños agricultores no se reconozcan en la clase obrera. Porque ellos sí creen en la lucha de clases y además nos van ganando.


Ojalá  poder decir alguna vez que lo conseguimos, que el pueblo extremeño volvió a despertar. Ojalá que los palos que ayer repartían los perros guardianes del capital consiga hacernos ver quién defiende realmente a quién. Y ojalá no haya ahí traidores como Vara para aprovecharse. 



domingo, marzo 24, 2019

La herida

Vivo en una tierra inocente. Rural, de adarga antigua, rocín flaco y galgo corredor, agachada en la inmensa llanura en la que se ven pocas casas y menos almas. De gente marcada con el fuego de mano de obra barata y sumisa o el de carne de cañón y cuneta, dependiendo, claro, de si el amo la quiere para la paz o para la guerra. Bastante hay con respirar. Salimos a la calle y admiramos felices como cantan los pajarinos, como bucólicos idiotas. Milana bonita. Nos meamos las manos pa que no se nos agrieten. Son muchos años. Demasiados. Como para cambiar.

Vuelven las elecciones y sus encuestas. Vuelve Extremadura a aterrarnos, sin sorpresa ni decepción. Avisados estábamos. Leemos en la encuesta del Hoy que la ultraderecha podría obtener un diputado en Extremadura mientras se esfumaría a la vez la que tenía la tibia socialdemocracia de Podemos. Lo lees y, si conoces nuestros indicadores socioeconómicos, es que no te lo crees. Pero miras alrededor y casa. Joder si casa. El hartazgo, la decepción y el cabreo se nos han venido juntos y han arrollado a una población acrítica y orgullosamente necia. Contradictoria.

El barómetro del CIS del pasado octubre se desgajó por territorios y, al leerlo, se comprueba que rozamos la esquizofrenia (aunque la muestra fuera sólo de 76 paisanos). Aparecen entre los problemas que los extremeños creen tener como comunidad entelequias como las cuitas catalanas, la "política" (en general), la seguridad ciudadana y la inmigración. Después, al preguntar por los problemas que les afectan personalmente estos apocalípticos jinetes desaparecen o se disuelven en la puta realidad: paro, inseguridad económica, pensiones exiguas y sanidad imperfecta.

Todo perfecto para la gente de orden y los españoles de bien, los perennes amos del cortijo: una población incapaz de enlazar causa y efecto, enfureciéndose por cosas que no le afectan y sufriendo sus males como climatología. Ninguna de las personas entrevistadas se acordó de problemas endémicos como las infraestructuras, los recortes, los desahucios, el fraude fiscal, el latifundismo, la ausencia de industria o el sistema judicial. Pocos, y ya como problemas menores, se acordaron de la calidad en el empleo o de la emigración.

Somos una tierra que se desangra por la herida de la emigración, del maltrato y ninguneo de las diferentes metrópolis peninsulares y de una clase política siempre genuflexa ante su rey madrileño, incapaz de luchar por los suyos y eternamente dispuesta a ser la más rojigualda entre las rojigualdas. Y encima a nuestros vecinos les parece bien. Entre Pacos el Bajo vocacionales y egoistas aspiracionales a clase media, casi nadie mira por el bien común. Porque ni hay bien común ni comunidad que valga. No tenemos relato, porque los que relatan son ellos.

Sálvame, Al Rojo Vivo, las reinas de la televisión mañanera y el Radio Macuto de las redes sociales nos han desarmado y destruido. Así se entiende que el extremeño medio crea vivir en un lugar inexistente. Entre anuncios de Securitas Direct y bulos teledirigidos se echan en brazos de quienes no van a dudar en pisarles el cuello. Y mientras, ni un triste medio con el que no ya contraatacar, sino acaso defendernos. Mira uno la televisión local y los toros, la caza,la pesca, el amable regionalismo de sindicalismo vertical y las costumbres y tradiciones no dejan sitio para nada más.

Y así, nos construyen indolentes y apáticos. Ignorantes de nuestra historia común. Como pueblo y como clase. El 25 de marzo se conmemora uno de los hechos de los que más orgullosos podemos sentirnos. Cuando los jornaleros por fin se pusieron en pie y gritaron "¡basta!". Pasará desapercibido, porque así lo quiere quienes mandan en la región. Para poder seguir mandando.

Milana bonita, ayúdanos a ver bambolearse al señorito Iván. A cambiar, a reconocernos. A volver a ser 25 de marzo.




martes, abril 25, 2017

El extraño caso de un alcalde honesto.

Ahora mismo te abren el telediario hablándote de prevaricación administrativa y urbanística y piensas que te están informando de que Lucifer acaba de afiliarse al PP para aprender de los maestros. Pues no, nada de lo que viene ahora tiene que ver con corrupción política y concejales llenándose los bolsillos a mansalva, sino con un pequeño pueblo de Cáceres donde una opción alternativa y democrática llegó, contra los pronósticos del sistema, al poder.

Hablamos de Carcaboso y de Alberto Cañedo Carpintero, su antiguo alcalde, ahora inhabilitado para ejercer cualquier cargo electo. Y, ¿por qué?

Primero porque fue sometido a un proceso kafkiano por la oposición: le inundaron a preguntas con el propósito de consumir su tiempo y atarle las manos como alcalde. Quizás a los dueños del pueblo no les parecía bien que un advenedizo quisiera trabajar por el bien común, e incluso se metiera en camisa de once varas luchando contra el nefasto TTIP. Porque todo debe ser para el mercado, como Dios manda, y trabajar para el vulgo debería ser poco menos que delito, como robar gallinas o reírse de la gente de bien.

Pero no tuvieron bastante y decidieron que este Carpintero merecía el clavo pertinente en la otra mano, que hay que ser tradicionales y católicos. Esta vez por algo tan sano, necesario y democrático como desobedecer ante las injusticias. Sí, eso mismo que no se atreven a hacer los que se llaman "el cambio" ya lo hacía un alcalde extremeñista. El caso es que Alberto decidió conceder licencia urbanística a unos vecinos, que de otro modo habrían perdido tanto sus viviendas como el dinero en ellas invertido, aún en contra del informe no vinculante del técnico municipal. Y aquí entran otra vez en juego la codicia humana y la oposición caciquil: Cañedo es denunciado por los vecinos a los que había salvado sólo para que la oposición pueda cobrarse su cabeza.

Pero no. Cañedo no es un corrupto. Ha trabajado por el bien tanto de su pueblo como del planeta, ha incentivado el apoyo mutuo y la democracia real y se lo hemos pagado como de costumbre por estas tierras. O no, seamos optimistas: su opción volvió a ganar por mayoría absoluta las elecciones en su pueblo y Lorena Rodríguez (líder también de eXtremeños) es ahora su alcaldesa..

Sólo nos queda esperar como solución que un gobierno que tiene la corrupción como norma decida indultar a un prevaricador inocente y que la Junta del partido de los caciques no opte por la opción más cobarde, y en lugar de ponerse de perfil decida alinearse con la decencia y la honestidad, porque si no parecería más un aviso a navegantes para que no se les vaya a ocurrir intentar desatar lo que tanto tiempo lleva atado (y bien atado).

¡Ánimo Alberto! A todos los Albertos, que cada vez seremos más.

domingo, enero 22, 2017

Distopía astronauta.

Quienes vivimos con ansia la llegada del futuro en forma de año 2000, ya sabíamos que a partir de entonces poco más se podía hacer más que seguir embistiendo a los días por venir hasta llegar a la distopía. Algo nos había chivado ya el que no existieran coches voladores y el que todo siguiera siendo entre gris y mierda y que el mundo de colorines sólo hubiera llegado a los videoclips de los grupos de tontipop. Menos mal que para quitarnos de encima tanta sonrisa idiota teníamos a una banda de salvajes en def con dos contra el mundo que, aparte de hacernos botar como si no hubiera mañana, nos alertaban de que vivíamos en Ultramemia.

Por aquel entonces la distopía de hoy aún no se había extendido a todo el territorio, y sólo la sufrían en las levantiscas regiones del norte, que habían sustituido al comunismo judeomasón como enemigo del que guardarnos. Nuestros bravos muchachos luchaban con brío contra el terrorismo de ETA, que incluía a periodistas no domesticados y pacifistas separatistas. Pero bueno, todo era por la democracia™ y el estado de derecho® y bien hecho estaba, que decían los telediarios.

Y casualmente, ¡alehop!, justo después de desaparecer el último grupo armado patrio (sin beneplácito del estado, se entiende) nos dimos cuenta de que los payos de César Strawberry tenían toda la razón. Este país es una idiocracia surgida del fascismo y pringada de él hasta en sus más recónditos recovecos. Y ahora, una vez que se le han acabado todos los enemigos ha encarado la proa de su represión hacia el humor, el único reducto de libertad que nos quedaba.

Pero no podrán con nosotros. Lucharemos y aguantaremos. Torres más altas han caído. Y desde más alto aún lo ha visto el astronauta Carrero.

domingo, diciembre 25, 2016

(Interludio cómico)

Había decidido no volver a escribir. Después de sentirme totalmente vacío tras autopublicar una mierda que no le importa a nadie. Después de ver que los que aplaudían y jaleaban mis otras chorradas mediocres se ponían de perfil y  después de encontrar sólo el apoyo de quienes no esperaba. Después de hartarme de mí mismo y de mi Paw Patrol particular formada por la apatía, la catatonía, mi incapacidad para relacionarme con los demás y las ganas de odiarme hasta sangrar. ¿Para qué escribir si no le importa a nadie? ¿Para quién, si yo tampoco me importo a mi mismo?

Había decidido no volver a escribir. Porque sentía que todo era mentira. Porque no puedo dejar de pensar en mí como un farsante, un idiota y un fraude. Porque todo en mí es vanidad y pedantería.

Había decidido no volver a escribir. Pero soy incapaz de pagar mis deudar o de cumplir mis promesas.

Qué asco todo.

domingo, septiembre 18, 2016

Acreedores universales, quejicas profesionales, twitter!

Vengo con una entrada que viene a ser como un tuit largo. Una chorradilla de verano ahora que se acaba. No me lo tengáis muy en cuenta.

El caso es que la gente (¡la gente erees tú!, que diría el finísimo tonto de mi pueblo) pasa el día en lo del pajarito buscando insultos, privis que revisar o agravios comparativos. Y a mí me ha dado por buscar el himno más cercano a mano (potable, se entiende, que el nuestro bastante tiene con lo suyo) y ver si hay quejas posibles. Andaluces, dejad de gastaros el PER del señor Durán i Lleida en los bares y atentos:

Andaluces levantaos
Pedid tierra y libertad
Sea por Andalucia libre,
España (los pueblos)
Y la humanidad.

Andaluces: vetado por asociaciones feministas, pues sólo nombra al 50% de la población.

Levantaos: la Asociación de Parapléjicos de Andalucia ve aquí un insulto hacia su colectivo.

Pedid tierra: La Confederación de Viejos Cuyo Cuerpo Pide Tierra cree que el himno se inmiscuye en sus competencias.

Y libertad: la CEOE no está dispuesta a pasar este bolchevismo por alto.

Sea por Andalucía: el PRAO y otros partidos rompeandalucías se quejan de que se la nombre en singular y no en plural.

Libre: "por mis cojones va a haber aquí libertinaje" La Casa De Alba dixit.

España: opresora, dicen Jaleo y CUT-BAI

Los pueblos: ¡Espaaañiaaa! Contesta la Asociación Franquista de Almería.

Y la humanidad: el partido PACMA, así como multitud de asociaciones animalistas muestran su repulsa a que queden fuera del himno las personas no humanas.

Conque soltar el vino y dejar de ver los toros, también vosotros, extremeños del sur, y atención a la nueva copla:

Andaluzas y andaluces quedarse echados
Pedid una maceta y horas extras a lo gratis
Sea por las Andalucías, las romerías de Badajoz, la mala follá y eso, con una mijina de cuerda larga pero sin libertinaje
Las cosas y las personas humanas o no.



(En la cabeza no)


viernes, julio 01, 2016

Unboxing (Contra todo pronóstico).

Hace casi una semana que nos acercamos a los colegios para soltar unos papeles dentro de unas cajas. Frente a la mesa donde se aburrían representantes de algunos partidos y pringados a los que no les había quedado otra estaba la cabina con las opciones, cada vez menos, para meter en los sobres ad hoc. Y una vez repletas las urnas llegó la mejor parte. Yo aún no entiendo cómo a nadie se le ha ocurrido plantar a contar los votos a algún prenda de los que en youtube suben videos abriendo cosas, porque es una cosa interesantísima. Mi sobrino y yo nos pasamos horas viendo cómo abren huevos kinder o cómo chavalines de su edad sacan jueguetes a mansalva mientras los suyos se aburren en un rincón. Y de esto va más o menos la cosa.

El caso es que lo más interesante de ir a elegir diputados y senadores ha dejado de ser el intentar encauzar el futuro (egoista o solidariamente) mediante la democracia representativa, y ahora lo que parte la pana en estos casos es la estadística y la demoscopia. Nos pasamos las semanas previas interpretando encuestas como quien ve un partido de la eurocopa, sacando nuestra banderita y jaleando o haciendo chistes de unos y otros a tuitazos. Y claro, pues nos creimos que la realidad eran esos sondeos, esos mercados andorranos y ese feedback tuitero que siempre viene sesgado. Y nos dimos una hostia que ni Carromero en Cuba.

Así que nos hemos pasado una semana entre la negación conspiranóica, la justificación clasista y las críticas a la alineación del equipo a toro pasado. Por supuesto que ha sido un palo gordo ver a la izquierda perder más de un millón de votos desde diciembre, pero no entiendo el derrotismo que nos ha entrado de un día para otro. Joder, mirándolo con perspectiva, es el mejor resultado que obtiene una opción izquierdista en la Segunda Restauración Borbónica, ¡71 diputados! Ni en nuestros mejores sueños lo habríamos previsto hace tan sólo tres años.

Que sí, que es una izquierda moderadísima que se ha derechizado un huevo de las europeas para acá, pero es lo mejor que tenemos en el parlamento. Y es algo que dice mucho y malo sobre nosotros, gilipollas, como país, pero esa ya es otra historia.

PS: Se ha perdido un tal Pedro Sánchez.